Antes las personas sí se miraban. Y no era un antes muy antes ni un pasado muy remoto, era un antes pasado hace poco.
Me gustaba el metro, lo encontraba rápido, y el aire era respirable.
Hoy es un asco, no sé por qué rayos las estaciones huelen taaaan mal, el aire está tan caliente y la gente usa el sistema "baja uno suben cuatro" en los vagones más que colapsados.
Pero además, era más amable. Hoy no puedo evitar pegarle a algún pasajero inocente, porque con la mochila y/o los empujones, termino aunque sea rozando al otro... Y con los súper apretujones humanos, me veo rodeada de espaldas o de brazos o de piernas o todos a la vez, encerrada dentro de sus cuerpos... Me carga, es terrible, y tener que decir veinte veces permiso, perdone, disculpe, me da la pasada?, me podría dejar pasar?, me da permiso?, PORFA ME DA LA PASADA????
Y nadie se mira a los ojos. Eso me carga. Aunque no del metro, hablo de las calles.
Hoy vi a un limosnero. Se vestía de manera particular, por lo cual lo noté. Lo miré, me miró, y vi lo inevitable: me iba a pedir dinero. Y lo primero que una persona piensa cuando le piden plata, qué es? No tengo idea yo tampoco, pero no quería detenerme, sacar la billetera, y darle plata. Tampoco quería dejarlo así, con su Dios la acompañe hermanita... Sin embargo, pasé a su lado, caminé cerca de él sin siquiera atreverme a mirarlo a los ojos.
No puedo sentirme más culpable, y a la vez no sentir nada.
Una limosna es inútil, es un favor para el que la da, pues lo hace sentir mejor persona, por sólo 500 ó 100, qué sé yo, y en realidad no ayudan verdaderamente.
Los indigentes son indigentes porque ellos quieren.
Hay trabajos en todos lados.
Por qué tengo que fomentarles el vicio?
No tengo plata.
Tengo otras cosas que comprar.
Es la plata para el chocolate.
No sé, miles de pensamientos que aparecen y desaparecen en la humanidad y no se pueden manejar, no quiero ser este bodrio, mas tampoco aspiro a mirarlo a los ojos.
No puedo.
Aunque quiero.
Si lo quiero , se puede.
SIn embargo, el temor de verse reflejado en esos ojos.
Esos ojos que pueden cortar tu habla.
Los ojos que reflejan tus gastos suntuarios, versus su lucha por sobrevivir.
Esos ojos acusadores que me persiguen, y que detesto aún más porque me bendijeron y me desearon bien cuando lo único que le di de regreso fue una tonta sonrisa.
Verdadera, pero una sonrisa en qué alivia su pesar?
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